martes, 2 de septiembre de 2008

Violenciadiario.

"... la calle es un espejo
en el que nos podemos ver..."

La noche o el día, indistintos escenarios para un reflejo del colador que nos va quedando como espíritu común. Jornada tras jornada se agranda el abismo donde vivimos cayendo.
La violencia, el desprecio, la frivolidad: una o mil cosas que afloran de esta realidad aturdida por quienes organizan el caos natural en que nos movemos.
Pero es todo una descarga, es el precio que se paga por el día a día, por la invasión de los sentidos en forma de miedo, de hambre, de marginación. Ya no vende ni el amor, ni el respeto, ni la emoción. Se canoniza el ego, el éxito inmediato, la imagen. Todo queda de la piel para afuera.
Y entonces, cuando cruzamos la puerta, tenemos un mundo estallando a cada paso, entre insultos, empujones, corridas... hoy la vida es eso: sólo importa llegar, no el cómo ni el por qué. Demostrar, y no demostrarse.
Así pasan las furias instamatic: ebulliciones espontáneas cuyo objetivo es sencillamente buscar el miedo ajeno, ese respeto de nylon que sólo cubre al muerto que llevamos dentro para no verlo tan fácilmente.