lunes, 23 de julio de 2007

Adoquines.

Cada adoquín esconde su verdad
como testigo de la realidad real,
sin mosquiteros audiovisuales
ni locutores de leches malas
intérpretando una macabra ilusión.

Porque ante su vista sucede todo
con los detalles y sus lujos
(imposibles de captar
con una lente o micrófono).

Son como árboles volcánicos
destinados a trascender
el tiempo sin tiempo
de los seres dinámicos.

Y ver pasar como pergaminos
las realidades urbanas
que nadie perpetuará en su recuerdo.

Televición.

Pegate una vuelta
(o dada vuelta)
por las calles, che.

Dale gasto a las zapatillas
entrenate esas pupilas
con algo más que ultravioleta
con algo más que ultraviolencia.

Que no te coma el control
porque si se toma a sí mismo
en un acto de distracción
te vas por el tubo
y aunque no lo creas
te irás volviendo un cubo.

Hay que sacudirse el oxido
porque con él la muerte
se te filtra por los ojos.

martes, 10 de julio de 2007

Buenos Aires y los siete duendes.

Caen jirones de poesía fría y esto se pone bueno.
A esta urbanía le queda tan bien su vestido blanco que no hay novio que se le resista.
Postales infinitas que se deshacen en los ojos, en la boca, en las manos, en el alma.
Qué belleza sin tu lado amable, baires. Hasta la rebeldía del calentamiento global te pega bien.
Qué rara estás últimamente.

domingo, 8 de julio de 2007

Y bueno, los guiños de la existencia a veces parpadean también.
No se le puede pedir a todo una luz constante, un ángel de la guarda sin francos y esas cosas.
Mirá si no te habrán pasado peores cosas.
Será que a tu océano nervioso lo revuelve un poco el tema de la poligamia etílica.
El recuerdo, de todos modos, tiene esa cosa de rompecabezas a futuro que a uno le da cierto sosiego.
Destacable: seguimos gambeteando la quiebra estomacal.
Y cómo florece la sonrisa cuando te plantan en el espíritu semejantes semillas.

miércoles, 4 de julio de 2007

Sangre pa' los vampiros.

Un Lavaqué
Un Lavaqué
para los pibes
que tienen sed.