domingo, 30 de noviembre de 2008

Mejores Aires.

Hoy veía a Buenos Aires y sus temporadas, sus estaciones, etapas cíclicas del espíritu que calza.
Las banderitas de los corsos pasados, ya muertas, augurando esta primaveranímica que se despierta cuando hierve el caldo porteño. Cervezas y cordones, esquinas más pobladas, parques de flor en flor. Hay más sonrisas, y un sosiego en los rictus otrora tensos como arcos a punto de lanzar.
Hasta las tormentas dejan otro gusto cuando agobian con sus gotas, y destilan tras su paso un perfume casi naif, de belleza recién nacida, despertando al mundo.
Los helados, las parejas, los nenes en carnaval perenne. Parece una fiesta sin coto, inyectando desparpajo entre la multitud.
Días más largos, noches más lindas, lunas más llenas (los cachetes del sol).
Despertares relucientes.
Así, los Aires son más que Buenos...

domingo, 26 de octubre de 2008

Aurgencia.

Con el reloj de arena dejando caer los últimos granos, esta ciudad te espera.
La tormenta se contiene, como un respiro profundo y sordo, y se oye nomás el quejido ansioso de un viento urgido por acariciarte el pelo, yendo una y otra vez sobre las hojas, buscando sosegar sus soplidos recurrentes.
La noche tamborilea sus yemas contra la mesa de un bar (mesa medio vacía), y gira el cuello sistemáticamente, buscando en el fondo de la ventana tu pequeña silueta recortada del otro lado de la avenida, con algunos saltitos y esa luna estampada entre la pera y la nariz que le enseña a la belleza un par de cosas.
Y yo, mientras tanto, deshojo los segundos que se aferran al tiempo con uñas y dientes, e imagino en silencio tus manos acariciando los colores de esta eternidad que quiero darte.

martes, 2 de septiembre de 2008

Violenciadiario.

"... la calle es un espejo
en el que nos podemos ver..."

La noche o el día, indistintos escenarios para un reflejo del colador que nos va quedando como espíritu común. Jornada tras jornada se agranda el abismo donde vivimos cayendo.
La violencia, el desprecio, la frivolidad: una o mil cosas que afloran de esta realidad aturdida por quienes organizan el caos natural en que nos movemos.
Pero es todo una descarga, es el precio que se paga por el día a día, por la invasión de los sentidos en forma de miedo, de hambre, de marginación. Ya no vende ni el amor, ni el respeto, ni la emoción. Se canoniza el ego, el éxito inmediato, la imagen. Todo queda de la piel para afuera.
Y entonces, cuando cruzamos la puerta, tenemos un mundo estallando a cada paso, entre insultos, empujones, corridas... hoy la vida es eso: sólo importa llegar, no el cómo ni el por qué. Demostrar, y no demostrarse.
Así pasan las furias instamatic: ebulliciones espontáneas cuyo objetivo es sencillamente buscar el miedo ajeno, ese respeto de nylon que sólo cubre al muerto que llevamos dentro para no verlo tan fácilmente.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Caminando a Caballito.

Especial y familiar, aunque un poco ajeno.
Nido del vuelo que anida anhelos nuestros.
Calles que quiero con la suela, porque las suelo,
y las huelo entre las manos jóvenes.

Ese tubo de árboles que es Goyena
o los recuerdos de lugares que ya son otros.
Esquinas que saben de tu dulzura.
Camintas largas de grillos o murmullos.

Como cierta fraternidad distante
entre almacenes y grandes vidrieras,
y demasiado territorio para abrazar
pero con los brazos siempre abiertos.

domingo, 13 de abril de 2008

Santa María de los Inviernos.

María tiene ya tantos años que no sabe cuándo nació. Viste de gris, aunque destella en su disfraz algún adorno colorido, como rompiendo circunstancialmente con un nostálgica monotonía. Tiene ojos verdes que respiran por todos los que la tratan a diario.
Él tiene nombre, pero eso no importa. Sólo está aquí para complementar una obra de arte que nadie creó pero todos contemplamos (con gusto o desdén, pero la contemplamos).
Es una pareja que roza la perfección de lo estético, aunque su amor sólo dure unos meses, porque el año es largo y él viaja inexorablemente por todo el globo. Y realmente es conveniente para ambos, porque se sabe que estos amores de estación no perduran sin paréntesis.
Si bien tienen una relación intensa, lo mágico es como se preparan mutuamente para ese frenético encuentro que tácitamente acuerdan con una sincronización asombrosa: ella se desnuda suavemente en la víspera mientras los vientos anuncian su llegada, y él cae como una lluvia impredecible en el momento exacto de la total distracción.
Todos se hacen eco de su amor: algunos lo bendicen y otros lo desprecian, pero la indiferencia no existe.
Y ella, espléndida, lo cobija entre su piel, se tiñe de él, y no deja casi espacio de sí misma sin mostrar un poco de quien tanto la potencia.
Y él se duerme en ella, la cubre como un manto inseparable.
Son, sencillamente, uno para la otra, y viceversa.
En su apogeo inspirarán a mil poetas, descoserán las heridas de los sensibles y eternizarán otros amores que, reflejo de ellos, eligen este momento para sembrar sus corazones en la fertilidad de los latidos.
Y luego, él se irá, y ella quedará sentada en un umbral, esperando, floreciendo para su amor, que invariablemente llegará, una, y otra, y otra vez.

jueves, 27 de marzo de 2008

El dolor de los asfaltos.

Es nido de turbulentos espíritus este concreto. Especímenes desterrados de la paz que buscan en los rincones de la tiniebla un refugio sucio para su alma perdida.
Recorren las calles de su ceguera fichando presas que madrugar, y no importa si visten de negro o de azul, la selva en su mente es la misma: si no hay presas son presos.
La conciencia se les escapó por el hueco que tienen en el pecho, ese que se formó cuando la vida los dejó en bolas de amor.
Y la moral, y la ética, todas por la misma canaleta. No hay culpa si ya sos el mal encarnado.
Así van recaudando impuestos a la vida, entre noches que nunca terminan, sin soles donde secar las lágrimas del olvido, a la deriva de este mar de adoquines, como si todos fuéramos barcos y ellos los piratas solitarios que nos abordan con su urgencia.
Y así será hasta que otro invada su bote (o hasta que un puerto milagroso los encuentre de repente y les quite para siempre esas ansias de corsario).

viernes, 11 de enero de 2008

Cinco locuras, un balcón.

Un rectángulo cúbico es mucha prisión para una troupe de limones que chorrean gotas ácidas con el amanecer de fondo.
También tienen sabias semillas que brotan en risas de dinamita carcajeante.
No hay comprensión, sólo destellos de evolución que terminan en chistes absurdos y más estallidos.
Cables, punkis, Florencia, ganchos, incredulidad, alternos, alba, perro, locura.
Todo de este lado de la ventana, donde el afuera resulta más preso que el mismo adentro.

Demasiada vidriera.

Hay un álbum de marcas a punto de llenarse que resulta la paradoja perfecta para este ensueño verde con olor a sal y rugido constante.
Qué furia despierta la uniformidad, la chatura, el buco ordinario que le atraviesa la frente a estas generaciones de juventud estática, de periplo eterno entre la red y el suelo, sin siquiera un salto que los desprenda del liso proceder.
Se camuflan en el rebaño pero buscan sobresalir perfeccionando su monotonía ¡qué absurda tentación!
Y los pedazos de carne que se ofertan como medias reses lujuriosas para jugar al deseo con la perversa y frívola gula de una brasa hueca.
Si es tanta su pasión por la piel ¿por qué la obsesión en el disfraz?
Al fin y al cabo todas las emociones también las compran por separado, como los bonitos accesorios de esos maniquíes andantes, modelos a seguir, o ya seguidos.
¿Saldrá alguna historia de estos rejuntes de vidriera?
¿Serán todas tan similares como sus peinados? ¿como sus gestos tal vez?
Ojalá los años me permitan seguir siendo un turista de la temporada, un extranjero por tres meses.

martes, 1 de enero de 2008

Nueva vuelta.

Otra vez el asfalto es una pista gigante, donde circulan festejos con patas y ruedas.
Otra vez ese carnaval que se va, y ese que llega atrás, pegado, con la trompa en el guardabarros como para no pagarle peaje a la nada.
Y que no o que sí, la vuelta la dimos igual, y los ciclos, después de todo, parecen existir.
Así que los sueños se lavan la cara, las uvas rellenas de ilusiones son el plato fuerte y todo lo que presentimos o precisamos se condensa en un momento de deseo de puño cerrado o de lágrima de deshielo.
De golpe los doce pasos de la carrera hacia el penal quedaron atrás, y nos encontramos rematando hacia el porvenir con la mejor pegada que tenemos.