miércoles, 14 de enero de 2009

Calles que no se callan.

Todavía queda barrio incrustado en algunos recovecos.
Ochavas que tienen dueños, placitas tan vivas de noche como de día, almacenes dispersos, con esa cordialidad amistosa que ofrecen siempre...
O esos que salen a tomar aire, sentados en la vereda como ajenos al encierro que propone la inseguridad televisiva.
Queda algún zapatero remendón, algún carnicero bromista, de perenne buen humor.
Todavía hay amor en las hendijas de los adoquines, o en las paredes que la noche invita a escrachar, para gritarle en silencio a la ciudad lo que parece querer obviar: la pasión, el ideal.
Y salir a caminar nos ayuda a comprobar que la vida es mucho más de lo que podemos ver y oir del lado de adentro de las paredes. El encierro sólo llama a la soledad (hermana de la desesperanza).
Salgamos, entonces... que allá afuera es carnaval.

martes, 6 de enero de 2009

Vueltas de la vida.

Cuando recorro con vos, no corro.
Disfruto los paseos como el primer trago de un vino especial, saboreando detalles que se esconden de la visión cotidiana.
Encuentro lo perdido, recuerdo lo olvidado. Converso con el pasado de un adoquín eterno, a ver si se le escapa su anécdota febril.
Imagino los futuros que podríamos colgar en esas añejas paredes, remozando un poco su melancolía.
Vuelvo a tiempos diferentes en los mismos lugares, como vuelve ella también, y nos compartimos ese nostálgico placer de saber que hemos vivido, aunque sea algo.
Pienso que crecí (mos), y ahora no me duele, porque todavía hay mucho que alcanzar, y sin crecer es imposible.

Frasco chico.

Quizás fue el patio de atrás de su imaginación en alguna ocasión inspiradora.
Lo que habrán sido sus vuelos para dejar imágenes tan específicas y especiales...
Y se desmiente el mito de la musa: la creatividad es transformada en arte por un artista, no por cualquier peatón de ocasión que se la cruza como buen hijo de vecino.
Es el misterio de los traductores de la locura, capaces de decodificar en símbolos aprendizajes lejanos... su idioma simple para desenredar los ovillos de plata que llevan a los huecos vacíos del marco temporal, y así arrancar las máscaras del tiempo embustero.
Y ahí estamos, sobrevolando un poco ese cielo, degustando el resabio místico que dejó la estela de su ausencia... tan enamorados...

domingo, 30 de noviembre de 2008

Mejores Aires.

Hoy veía a Buenos Aires y sus temporadas, sus estaciones, etapas cíclicas del espíritu que calza.
Las banderitas de los corsos pasados, ya muertas, augurando esta primaveranímica que se despierta cuando hierve el caldo porteño. Cervezas y cordones, esquinas más pobladas, parques de flor en flor. Hay más sonrisas, y un sosiego en los rictus otrora tensos como arcos a punto de lanzar.
Hasta las tormentas dejan otro gusto cuando agobian con sus gotas, y destilan tras su paso un perfume casi naif, de belleza recién nacida, despertando al mundo.
Los helados, las parejas, los nenes en carnaval perenne. Parece una fiesta sin coto, inyectando desparpajo entre la multitud.
Días más largos, noches más lindas, lunas más llenas (los cachetes del sol).
Despertares relucientes.
Así, los Aires son más que Buenos...

domingo, 26 de octubre de 2008

Aurgencia.

Con el reloj de arena dejando caer los últimos granos, esta ciudad te espera.
La tormenta se contiene, como un respiro profundo y sordo, y se oye nomás el quejido ansioso de un viento urgido por acariciarte el pelo, yendo una y otra vez sobre las hojas, buscando sosegar sus soplidos recurrentes.
La noche tamborilea sus yemas contra la mesa de un bar (mesa medio vacía), y gira el cuello sistemáticamente, buscando en el fondo de la ventana tu pequeña silueta recortada del otro lado de la avenida, con algunos saltitos y esa luna estampada entre la pera y la nariz que le enseña a la belleza un par de cosas.
Y yo, mientras tanto, deshojo los segundos que se aferran al tiempo con uñas y dientes, e imagino en silencio tus manos acariciando los colores de esta eternidad que quiero darte.

martes, 2 de septiembre de 2008

Violenciadiario.

"... la calle es un espejo
en el que nos podemos ver..."

La noche o el día, indistintos escenarios para un reflejo del colador que nos va quedando como espíritu común. Jornada tras jornada se agranda el abismo donde vivimos cayendo.
La violencia, el desprecio, la frivolidad: una o mil cosas que afloran de esta realidad aturdida por quienes organizan el caos natural en que nos movemos.
Pero es todo una descarga, es el precio que se paga por el día a día, por la invasión de los sentidos en forma de miedo, de hambre, de marginación. Ya no vende ni el amor, ni el respeto, ni la emoción. Se canoniza el ego, el éxito inmediato, la imagen. Todo queda de la piel para afuera.
Y entonces, cuando cruzamos la puerta, tenemos un mundo estallando a cada paso, entre insultos, empujones, corridas... hoy la vida es eso: sólo importa llegar, no el cómo ni el por qué. Demostrar, y no demostrarse.
Así pasan las furias instamatic: ebulliciones espontáneas cuyo objetivo es sencillamente buscar el miedo ajeno, ese respeto de nylon que sólo cubre al muerto que llevamos dentro para no verlo tan fácilmente.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Caminando a Caballito.

Especial y familiar, aunque un poco ajeno.
Nido del vuelo que anida anhelos nuestros.
Calles que quiero con la suela, porque las suelo,
y las huelo entre las manos jóvenes.

Ese tubo de árboles que es Goyena
o los recuerdos de lugares que ya son otros.
Esquinas que saben de tu dulzura.
Camintas largas de grillos o murmullos.

Como cierta fraternidad distante
entre almacenes y grandes vidrieras,
y demasiado territorio para abrazar
pero con los brazos siempre abiertos.