Especial y familiar, aunque un poco ajeno.
Nido del vuelo que anida anhelos nuestros.
Calles que quiero con la suela, porque las suelo,
y las huelo entre las manos jóvenes.
Ese tubo de árboles que es Goyena
o los recuerdos de lugares que ya son otros.
Esquinas que saben de tu dulzura.
Camintas largas de grillos o murmullos.
Como cierta fraternidad distante
entre almacenes y grandes vidrieras,
y demasiado territorio para abrazar
pero con los brazos siempre abiertos.
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