martes, 10 de julio de 2007

Buenos Aires y los siete duendes.

Caen jirones de poesía fría y esto se pone bueno.
A esta urbanía le queda tan bien su vestido blanco que no hay novio que se le resista.
Postales infinitas que se deshacen en los ojos, en la boca, en las manos, en el alma.
Qué belleza sin tu lado amable, baires. Hasta la rebeldía del calentamiento global te pega bien.
Qué rara estás últimamente.

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