domingo, 30 de noviembre de 2008

Mejores Aires.

Hoy veía a Buenos Aires y sus temporadas, sus estaciones, etapas cíclicas del espíritu que calza.
Las banderitas de los corsos pasados, ya muertas, augurando esta primaveranímica que se despierta cuando hierve el caldo porteño. Cervezas y cordones, esquinas más pobladas, parques de flor en flor. Hay más sonrisas, y un sosiego en los rictus otrora tensos como arcos a punto de lanzar.
Hasta las tormentas dejan otro gusto cuando agobian con sus gotas, y destilan tras su paso un perfume casi naif, de belleza recién nacida, despertando al mundo.
Los helados, las parejas, los nenes en carnaval perenne. Parece una fiesta sin coto, inyectando desparpajo entre la multitud.
Días más largos, noches más lindas, lunas más llenas (los cachetes del sol).
Despertares relucientes.
Así, los Aires son más que Buenos...

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