martes, 6 de enero de 2009

Frasco chico.

Quizás fue el patio de atrás de su imaginación en alguna ocasión inspiradora.
Lo que habrán sido sus vuelos para dejar imágenes tan específicas y especiales...
Y se desmiente el mito de la musa: la creatividad es transformada en arte por un artista, no por cualquier peatón de ocasión que se la cruza como buen hijo de vecino.
Es el misterio de los traductores de la locura, capaces de decodificar en símbolos aprendizajes lejanos... su idioma simple para desenredar los ovillos de plata que llevan a los huecos vacíos del marco temporal, y así arrancar las máscaras del tiempo embustero.
Y ahí estamos, sobrevolando un poco ese cielo, degustando el resabio místico que dejó la estela de su ausencia... tan enamorados...

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